Lo que el COVID-19 nos enseña a cada minuto
Juan Emilio Drault

Mar 23, 2020 | Coronavirus, Política | 0 Comentarios

Campo de golf junto a un asentamiento precario.
FOTO DE LA GALERÍA ‘La desigualdad desde el aire’ de plataformaarquitectura.cl

Viendo y analizando estos días lo que empieza a amplificarse a partir de esta crisis sanitaria y humanitaria de escala planetaria, es que decidí escribir este artículo para resumir los tres puntos más importantes. Algunos dirán que no es momento para analizar estas cosas, que hay cosas realmente urgentes para hacer. Pero considero que es precisamente este el momento en que hay que hacerlo para aprovechar esta coyuntura. Necesitamos comenzar el camino de la rectificación o de lo contrario ciertas inercias y poderes terminada la crisis principal nos llevarán a un mundo peor que el actual, o a una máscara de algo que parece mejor pero no lo es.

1. No somos sustentables

Esto que ya raya lo cliché es una realidad insoslayable, pero una parte importante del arco político mundial aún se aferra a su negación. Las razones son diversas. No es la idea ampliar ese punto, pero creo tenemos claro que esto es así. Sólo tocar el tema del calentamiento global y los recientes eventos para saber quién está de qué lado y por qué.

Pero el cambio climático y el efecto devastador de la gran industria, el consumismo, y la actividad global, hablan a las claras también de una realidad socioeconómica, de una enorme desigualdad, y de una cantidad de muertes y sufrimientos evitables que cada día suceden por una incapacidad como sociedades para imponer una agenda mundial del desarrollo. No logramos aún madurar como sociedad global y la fragmentación en países nos pone en jaque. Las prioridades de estas múltiples agendas políticas se han despegado y alejado cada vez más, no sólo de la agenda social, sino de la agenda planetaria como tal. Esa agenda que debería priorizar el bienestar del planeta que nos provee el hábitat, el oxígeno, los nutrientes y la atmósfera adecuada. Nada de lo anteriormente mencionado es creación nuestra. ¿Cómo podríamos pensarnos superiores? Por caso, Bolivia es el único país en el mundo que le ha dado estatus constitucional a la Pachamama o madre tierra pero estamos a pocos meses de que ese progresismo político esperanzador haya sido derrocado y ahora perseguido. Todo un síntoma de época. 

2. El gasto en armas y ejércitos es un despropósito

A ojos vista de esta pandemia, y por sobre los miles de muertos y los miles que aún morirán, nos queda más que claro que los presupuestos están asignados de forma completamente errónea. Hoy el mundo sostiene una permanente hipótesis de conflicto que sostiene enormes gastos en presupuestos militares, pero no sostiene ninguna hipótesis permanente de pandemias y crisis humanitarias que sostengan sistemas de salud acordes. ¿Nos salva un soldado la vida frente a esta pandemia? No lo hace. ¿Nos salva la vida un médico, un técnico o una enfermera? Si. 

Queda más que claro entonces que tras esta panedmia debieramos exigir como sociedad global una obligatoria detención de todos los conflictos bélicos o sus hipótesis, y marcar una nueva agenda del desarrollo de corte humanista y progresista donde el ser humano y la innovación constructiva sean sus ejes rectores. De no hacerlo, de no comenzar como sociedades a marcar la agenda de una vez y para siempre, corremos peores riesgos que el de esta pandemia. Corremos el riesgo de que aumenten la militarización, la asimetría y la desigualdad. Corremos el riesgo de que la agenda política global la marquen aún menos personas, incluso en forma de nuevas dictaduras y nacionalismos extremos. Corremos el riesgo de que la tecnocracia se amplifique para dejar afuera aún a más personas debilitando todo concepto de gobierno participativo y democrático global.

Debemos comenzar un proceso progresivo de borrado de fronteras y de una educación universalista de corte planetario con respeto y valoración de todas las culturas, aunque es cierto que algunas precisan modernizarse.

3. No somos responsables sobre toda la vida 

Como especie, aún cuando nos pensemos muy evolucionados, la realidad nos demuestra lo contrario. Es un escándalo que, ya no sólo por esta panedemia, todos los días, a cada hora, mueran miles y miles de personas, por causas evitables todas. Cada una de estas muertes representan la violencia que producimos como sociedad planetaria. Un subproducto que nos hemos acostumbrado a producir, aceptar y consumir por muy inhumano que nos parezca. El humbral de aceptación ha ido subiendo y ya no es sustentable. La violencia económica, psicológica, física, racial, religiosa, sexual y moral, entre otras, son la mayor pandemia mundial desde hace años y seguimos tapando y barriendo este tema bajo la alfombra a pesar de que mata a millones por año. Pero la realidad nos golpea a la puerta. O lo hace por vía de la inseguridad, de panedemias, o por vía de los desastres naturales producto de nuestro accionar. Venimos desde hace años evitando hacernos responsables sobre toda la vida sobre el planeta, tanto humana como natural. Como sociedad global y especie más evolucionada tenemos una deuda monumental para con este tema.

Estamos en un momento de quiebre, de crisis de civilización. ¿Lo convertiremos en oportunidad? ¿Tomaremos el futuro en nuestras manos o seguiremos abrazando la ley del menor esfuerzo? La pregunta y el desafío están planteados.

.    .    .    .

Escrito por

Vivo intentando tener la mente abierta. Trabajo como consultor ayudando a otros a hacerlo en el mundo tecnológico. Creador de este blog y muchos otros artículos y publicaciones en diversos sitios. Argentino y marplatense en particular, aunque me siento un ciudadano del mundo. Cuarenta y ocho años de vida y contando.

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