¡Démosle derechos a la naturaleza!
Juan Emilio Drault

Abr 14, 2020 | Naturaleza, Política | 2 Comentarios

«Mexican Mother Earth» por William Vive (2017). Ver en web.

El derecho en general, pero sobre todo el derecho constitucional, tiene falencias en su aplicación en todo el mundo. Lo sabemos. Derechos ya consagrados para todos los seres humanos, sean niños, adultos o ancianos, aún no son respetados. Sumado a esto las sociedades no contamos aún con mecanismos de democracia directa que nos permitan remover gobernantes que traicionan el mandato constitucional y sus derechos consagrados. Aún así, con sus falencias, son las Constituciones la principal herramienta con la que hoy contamos para que en nuestros países los ciudadanos, los políticos y las corporaciones encuentren límites. Porque la construcción constitucional es sobre todo una construcción social de un país que discute primero y reglamenta después. Esa sociedad, con el tiempo, se apropiará y defenderá esos derechos haciendo lo necesario para restablecerlos cuando sean avasallados. Por lo tanto un derecho constitucional es un hito, un escalón, un nuevo punto de partida, una vara que sube un listón. Cuando hablamos de darle derechos a la naturaleza hablamos de incorporarla como sujeto de derecho vivo equiparable a un ser humano, y no como un objeto que puede ser apropiado y explotado sin miramiento ni límite alguno.

La crisis a la que nos enfrenta el COVID-19 no es otra cosa que la primera crisis de escala planetaria y simultánea que no reconoce fronteras. La primera crisis en un mundo enormemente comunicado en todo sentido, tanto física como digitalmente. Y esto en el marco de una crisis aún mayor y de más grandes implicancias. La crisis climática. En un mundo en el que las fronteras se vacían de sentido, estamos todos en la misma nave Tierra. No existe tal cosa como la salvación individual.

Por esta razón es que en el marco de Naciones Unidas que el objetivo de darle a la naturaleza derechos esenciales comenzó a ganar tracción, pero todos -individuos, organizaciones y colectivos- debemos sumar apoyo y presión.

Cualquiera podría decir que el planeta se queja, y lo hace con razón. Queda que escuchemos y actuemos en consecuencia con determinación y energía.

La naturaleza nos provee los elementos para estar vivos. Viabiliza nuestra existencia. Somos sus hijos pero extrañamente nos creemos más y mejores. El reto se está haciendo sentir.

La situación actual 

La negligencia política que no ha podido hasta aquí cambiar el curso de los acontecimientos es parte de nuestra propia negligencia. La de los pueblos que otorgamos a esos mismos políticos negligentes cuotas de enorme poder de decisión por sobre todos nosotros.

Por otra parte, la diplomacia mundial no ha sabido lograr en muchos casos cambios duraderos en materia medio ambiental. Los avances y éxitos conseguidos en un punto luego han sido borrados con el codo por gobiernos apalancados por corporaciones (y su red de medios) que ven amenazados sus intereses ante este avance de la conciencia ecológica y el reclamo por derechos de efectivo cumplimiento. 

Por sobre este panorama desalentador está ganando terreno un movimiento al que adhiero y apoyo. Un movimiento internacional de distintas organizaciones que desde hace unos diez años trabajan mancomunadamente por sensibilizar y evangelizar en el concepto de otorgarle derechos a la naturaleza, a la Madre Tierra o Pachamama. 

Una de esas organizaciones a las que apoyo e invito a apoyar es Rights of Mother Earth liderado por la suiza Doris Ragettli. La primera y principal acción que todos podemos hacer es firmar y difundir la campaña de reunir un millón de firmas (click aquí para firmar). Esta organización no-gubernamental ha logrado ya presentarse ante Naciones Unidas y enlazarse con comisiones para el desarrollo de eventos internacionales que son la base fundamental para sumar apoyos dentro de esta red.

Y no es que no haya habido avances al respecto en el mundo en estos años. Varios países, como por ejemplo Ecuador y Bolivia -entre otros- han dado pasos en este camino reformando sus constituciones. No siempre con éxito absoluto debido a que en las asambleas constituyentes los políticos que responden a los lobbies empresariales bloquean artículos esenciales como ya sucediera en Bolivia. 

Hay otro aspecto que creo muy importante que pone de manifiesto las intenciones de darle derechos a la naturaleza, y es que en el contexto del sistema económico imperante y su geopolítica asociada, la implantación de derechos a la naturaleza choca de frente con el extractivismo Estatal del que dependen económicamente muchos países y sociedades. Por ejemplo en el caso de Bolivia donde el gas, el petróleo, y más recientemente el litio, han sido las principales fuentes de financiamiento de los avances en materia de programas sociales. Si bien la socialización de esa riqueza producida es un aspecto muy positivo para el concepto de vivir bien, el extractivismo necesario produce contradicciones y choques con el concepto de derechos de la naturaleza. Pueblos originarios, pueblos cercanos, y la naturaleza en general se ven directamente afectados.

El sistema económico habla por si solo del punto de evolución del ser humano, que para mi gusto es todavía demasiado primitivo. Mercantilizar la naturaleza, apropiársela, maltratarla, contaminarla, desecharla, convertirla en desiertos o inundarla. Detrás de éstos y muchos otros horrores actuales hay un componente económico. Veamos el caso de China -que no es el único pero es impresionante-. La llamada «gran fábrica del mundo» sigue siendo el principal usuario de energía basada en carbón, aún sabiendo el impacto que tiene sobre el medio ambiente global y sobre sus ciudadanos en particular. Desde 1990 hasta 2019 China incrementó de 0,99 mil millones a 4.46 mil millones de toneladas su consumo de carbón. En 2018 el carbón produjo el 59% de toda la energía del país. Desde 2011 consumió más carbón que todo el resto del mundo combinado. Pero adoramos y usamos cientos de miles de productos Made in China sin importarnos el neo eslavismo asociado ni su impacto ecológico. Y ni hablar de su mala gestión del COVID-19 que nos puso a todos en esta violenta cuarentena, con riesgo de muerte, al borde del abismo de una enorme crisis humanitaria y económica.

Aún así -y sobre todo porque es así- es que el esfuerzo por no bajar los brazos e intentar desde este frente empujar legislaciones a favor de la naturaleza es -en la práctica- la forma de lograr confrontar a todo un abanico de actores con su propia miseria y falta de empatía. Y al mismo tiempo confrontarnos todos con nuestros sistema de creencias que ya no están a la altura. ¡El planeta nos pide a gritos que evolucionemos!

Tenemos una responsabilidad como adultos en asumir el compromiso por nuestros hijos.

Los obstáculos 

Puedo decir que llevo reflexionando y estudiando sobre este tema desde hace al menos 20 años. No en sí el de los derechos a la naturaleza sino el de la viabilización de un sistema en equilibrio con la naturaleza. Los cinco puntos que resumo a continuación como obstáculos son creo centrales. Algunos son más visibles y reconocidos y otros menos.


1. Nos falta evolucionar

 

Como mencioné antes, tras tirar una y otra vez del hilo en el «ovillo» del problema, en la punta siempre me encuentro con la misma respuesta: una falta de evolución del ser humano. Entonces, ¿cómo evolucionamos? Primero siendo conscientes de esta necesidad de evolucionar y ser mejores, luego siendo conscientes del fracaso actual, y finalmente asumiendo en forma positiva ese fracaso para ponernos en acción. Viendo la oportunidad en la crisis. ¿Evolucionará todo ser humano en el planeta? No. ¿Qué porcentaje precisamos que evolucione para torcer el brazo de la historia? Arriesgo a decir un 30% de la población mundial o unos 2.2 billones de personas. ¿Se puede lograr? Si, pero tomará creo no menos de 10 años, aún con la aceleración que supondría esta pandemia y crisis global.


2. El tiempo vale cada vez menos

 

La devaluación del tiempo es la relación de lo que se produce de ingresos en función del tiempo y la energía aplicada. En función de esta devaluación del tiempo es que cada vez es más difícil reflexionar, participar, involucrarse en causas justas y por supuesto evolucionar, porque se vive cada vez más entre la espada y la pared. Esta pandemia aumentará aún más esta problemática de supervivencia. ¿La salida? La socialización de recursos, y la creación de economías solidarias, no capitalistas, no transaccionales. ¿Cómo impacta esto en el concepto de derechos para la naturaleza? Porque hacernos solidariamente responsables en forma interdependiente es la base del concepto donde a la par nuestra en el círculo de confianza y cuidado se encuentra la naturaleza. Ni por arriba ni por debajo. Somos socios estratégicos por el hecho de ser humanos y haber avanzado en la evolución en muchos aspectos, haciéndonos responsables de la vida en su conjunto. ¿Es legal crear economías socializadas? No. El marco jurídicos no lo permite en la mayoría de países y debiera entrar en la ecuación junto con los derechos para la naturaleza.

3. El pensamiento crítico es un poder esencial

Identificar y separar «la paja del trigo» entre el buen y el mal conocimiento, la buena y mala información, entre el buen y mal periodismo, entre el buen y mal político, entre el buen y mal ciudadano, es una tarea por momentos titánica, pero que depende -entre otros- de un concepto básico como es el del pensamiento crítico libre. Esta capacidad es clave para lograr la apropiación del concepto de otorgar derechos a la naturaleza. Sin pensamiento crítico no hay buena reflexión, no hay buen discernimiento, no hay evolución, no hay construcción de buen conocimiento, no hay construcción de mejores ciudadanos del mundo en equilibrio. ¿Podemos promover y educar en el pensamiento crítico libre aún cuando implique más personas conscientes, disconformes y activistas? Si, y debiéramos empezar lo antes posible, sobre todo reclamándolo a los gobiernos progresistas y creando plataformas on-line, así como usando ejemplos movilizadores como el de Greta Thunberg entre muchos otros activistas.

4. Empatizar es conectar y reconectar

La más importante evolución que el ser humano precisa con urgencia es la evolución de la empatía. Pero lejos de ser exclusivamente un acto de conexión con otros, como su término lo define, la empatía funciona en la práctica también como una cinta de Moebius. Aquella en la que afuera y adentro se unen en un recorrido infinito y constante. Conectar con los demás es conectar con uno mismo. Conectar con uno mismo es conectar con los demás. En ese «demás» se encuentra la naturaleza. Si esa empatía no está ahí, no está cultivada, no esta activa, difícilmente haya una conexión con la interioridad, con lo mejor y más sensible de nuestro mundo interno. Dentro de ese mundo interno se encuentra la semilla de la propia naturaleza que nos dió la vida. ¿Cómo conectar con el todo si no conectamos internamente primero con lo más central, y acto seguido con la humanidad con sus enormes urgencias y necesidades? ¿Cómo pensar en que la naturaleza tuviera derechos efectivos si ni siquiera aún los tenemos los seres humanos? ¿Se puede separar la justicia social de la justicia ecológica? De ninguna manera, o nos convertiríamos en fanáticos ecologistas priorizando el mundo natural por sobre los seres humanos cuando en la práctica debe ser a todo o nada. ¿Podemos evolucionar la empatía? Si, avanzando y educando en la meditación como medio para conectar empáticamente con el planeta y toda la vida que contiene.

5. Aprender a dominar el deseo

Los seres humanos somos una especie única por el manejo del futuro que tenemos. Podemos desear algo, programarlo a muy largo plazo y realizar una cantidad enorme de pasos para conectar ese objetivo a futuro con nuestro presente, acercando ambas puntas hasta convertirlo en una realidad. El problema es que ese deseo original que produce ese objetivo mayor no siempre es equilibrado o sano. Ya no sólo hablo de equilibrado con la naturaleza, sino equilibrado con la humanidad y la sociedad. El deseo desbocado por la acumulación, el dinero, el consumo, el poder, los recursos, la apropiación, el lujo, la explotación, la vida fácil, el placer desmedido, incluso la violencia, son manifestaciones de un mismo problema: la poca, mal formada o inexistente capacidad para dominar el deseo. ¿Podemos aprender tal cosa? Como todo en la vida, requiere esfuerzo, meditación, educación, prueba y error, éxitos y fracasos, pero definitivamente sí se puede. Si lo logramos haremos un aporte enorme al ideario de un equilibrio con la naturaleza y los seres humanos en su conjunto.

¡Actúa ahora!

Esta es la nada simple pero enormemente gratificante lista de seis tareas que te recomiendo llevar adelante:

1. Conectar con tu interioridad y profundizarla (buscar tiempo y espacio para hacerlo). Ayudar a otros a lograrlo.

2. Dá pequeños pero continuos pasos para conectar y mejorar tu empatía hacia el mundo, la naturaleza, los seres humanos y el planeta todo. Sensibilizar a otros en esta tarea.

3. Identifica organizaciones, proyectos y campañas alineadas con el medio ambiente y la legislación a las cuales ayudar. Locales, regionales y globales, todas suman. Compártelas con tus conocidos, redes y todo medio posible como si de eso dependiera el futuro de la humanidad (que de hecho lo es). ¿Firmarías por favor la que apoyo? Click aquí.

4. Analiza tu vida y tus deseos. Lo que tu, tu familia y las personas más cercanas impactan en su accionar para con el medio social y natural, y fíjate cómo puedes influir positivamente para concientizar sobre el vivir bien.

5. Lee y consume material sobre pensamiento crítico. Ejercítalo, practícalo, inténtalo, lógralo y fracasa hasta que lo incorpores como parte de tu forma de ser.

6. Toma buenas decisiones educativas, laborales y económicas que te permitan tener tiempo para involucrarte en causas, evolucionar, pensar mejor, y ayudar a construir un mundo más humano en equilibrio y en sociedad con la naturaleza.

7. Funciona como mentor/a y guía de personas con sensibilidad e interés por esta causa u otras que podrían impactar enormemente si se uniesen.

 

¡No es tanto! y te aseguro es muy gratificante. Gracias por leer y ojalá puedas compartir este artículo en tus redes. Agradecido de antemano y abajo de todo encontrarás donde dejar tus comentarios para sumar en las reflexiones, ideas, acciones y más. Todas bienvenidas.

.    .    .    .

Escrito por

Creo firmemente que el futuro se construye con cada decisión que tomamos y cada idea que compartimos. Como consultor en tecnología y creador de este blog, mi objetivo es inspirar a otros a buscar oportunidades, encontrar soluciones y abrir nuevas puertas. Argentino y orgullosamente marplatense, me apasiona reflexionar, aprender y crecer. A mis 52 años, sigo convencido de que las posibilidades son infinitas para quienes se animan a buscarlas.

Para seguir leyendo

Haciendo futurología… ¿acertaré?

Haciendo futurología… ¿acertaré?

Usando información de distintos medios y conectando una serie de puntos intento en este artículo pensar algunos escenarios posibles. ¿Acertaré? El tiempo lo dirá pero también la decisión tuya y mía son la clave.

Música para la cuarentena (inglés)

Música para la cuarentena (inglés)

No todos los días son buenos, y no todo el tiempo encontramos la excusa perfecta para movernos un poco e inyectar un poco de las queridas endorfinas al cuerpo. Esta playlist es en inglés. Habrá otra en español.

Lo que el COVID-19 nos enseña a cada minuto

Lo que el COVID-19 nos enseña a cada minuto

Si hay algo que queda claro es cómo todo lo que estaba mal y debajo de la alfombra de la agenda política mundial ahora nos vuelve en contra a un ritmo descontrolado. El mundo debe cambiar por completo y las clases políticas deberán reinventarse o perecer en el camino.

0 0 votes
Article Rating
2
0
Sumate a la conversación, deja un comentariox

Suscribite al newsletter

Solo recibirás un aviso cuando se publique un nuevo artículo.

Tu suscripción fué exitosa! Gracias!

Share This